No existe ningún método de almacenamiento que pueda impedir por completo la alteración de los huevos, pero sí existen sistemas que retrasan éste inconveniente.
Ante todo, debe recordarse que los huevos que vayan a almacenarse deben ser de la mejor calidad. Por muy bueno que sea el almacenamiento, nunca se consigue mejorar un producto que inicialmente es de mala calidad.
Todos los huevos que se destinen a su conservación o almacenamiento deberán estar completamente limpios y no haber sido sometidos a tratamiento alguno de limpieza previa, puesto que la limpieza por frotamiento altera la cutícula de la cáscara, haciéndola más accesible a los microorganismos. Lo mismo ocurre en el caso de que la limpieza haya sido húmeda, ya que ello favorece al desarrollo de bacterias y mohos responsables de manchas o putrefacciones.
Por otra parte, si la temperatura del agua de lavado es más baja que la del huevo, las porciones líquidas del último se contraen y parte del agua y las bacterias que ésta arrastra pueden pasar al interior.
LOS HUEVOS EN EL HOGAR
Los huevos deben conservarse siempre a temperaturas de refrigeración, procurando no almacenarlos juntos con productos que emitan olores de ningún tipo, puesto que los huevos tienden a impregnarse de ellos.
Sin más precauciones que las mencionadas, pueden mantenerse uno o dos meses en el frigorífico domestico.
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